¿Cómo es posible que España, que debería estar encabezando la manifestación en favor de la libertad y la democracia en Venezuela, esté al lado de los torturadores? ¿Por qué a nuestro infame Gobierno Frankenstein, a los periodistas de la ‘Brunete Pedrete’ y a los sectarios progres españoles les obsesiona tanto un dictador que murió en la cama hace medio siglo y dejó un país infinitamente mejor que el que encontró y no movemos un dedo contra un tirano que masacra a su pueblo y hunde a sus ciudadanos en la ruina? La respuesta, además del agilipollamiento irreversible del PSOE en particular y de la izquierda en general, está en la megalomanía, la amoralidad y la ambición de Pedro Sánchez. Este tipo, que se pasa la vida tildando de fachosos a quienes revelan detalles de los apaños de su esposa, los chiringuitos de su hermano o la corrupción de su partido, es el mismo que este miércoles inaugurará una serie de 100 actos en memoria de Franco. Y el viernes no reconocerá al legítimo presidente de Venezuela, como han hecho desde Biden a Milei pasando por Meloni, asumiendo cómplice el robo chavista. Importante subrayar que Felipe VI ha esquivado la primera emboscada sanchista del año y no asistirá al guateque necrofílico de este 8 de enero en el Museo Reina Sofía. Podría el Monarca, al que la Constitución impone neutralidad política, haber esgrimido como argumento que los fastos para conmemorar el 50 aniversario del fallecimiento del Generalísimo son actos de partido, en concreto del PSOE, que intenta ganar ahora la Guerra del 36 y apuntarse como valiente oposición a la dictadura, lo que fueron 40 años de cobardes vacaciones. En lugar de eso, creo que la Corona se remite a cuestiones de ‘agenda’ y ya adelanta que sólo participará en dos...
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