Cero consecuencias. El hecho de que el fiscal general del Estado puesto por Pedro Sánchez haya perpetrado un hecho tan grave como el de borrar mensajes de su teléfono móvil que evidenciarían la filtración de datos privados del novio de Isabel Díaz Ayuso tendría que haber conllevado ‘decapitamientos’. Pero Álvaro García Ortiz sigue en su puesto, algo que a Antonio Caño, columnista del digital ‘The Objective‘ le llama poderosamente la atención: Vivimos una gran farsa. El Gobierno ha creado una gigantesca burbuja de realidad alternativa, ha levantado una espesa columna de falsedades y engaños que hace imposible encontrar todo rastro de verdad, que permite al ruín confundirse con el honrado y que ha convertido la democracia rutinaria y previsible que un día fuimos en un escenario de enfrentamiento y desconfianza en el que cada día resulta más difícil respirar. El exdirector de ‘El País‘ tiene claro que el famoso receso de cinco días de Sánchez fue para diseñar su campaña de intoxicaciones contra jueces y periodistas: Con el hallazgo de indicios de malas prácticas y corrupción al más alto nivel del Gobierno y del PSOE y en el entorno más cercano al presidente del Gobierno, las mentiras alcanzaron una nueva dimensión: Pedro Sánchez engañó a la población con un supuesto periodo de reflexión que era, en realidad, el inicio de una campaña de desinformación contra jueces y periodistas. Con la excusa de combatir bulos, toda la acción del Ejecutivo se ha convertido en un enorme bulo con el que se trata de desacreditar la legítima investigación de las sospechas descubiertas por la Guardia Civil y publicadas por los medios de comunicación. Cree que el asunto del fiscal general del Estado no tiene un pase: El asunto ha alcanzado su clímax estos días cuando el propio Sánchez ha exigido disculpas a quienes dudaron de la...
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