Van a ir todos ‘p’alante’. El próximo será Óscar López, flamante ministro de Transformación Digital. El futuro de López pende de un hilo, después de que Lobato, precisamente el tipo al que se apresta a sustituir como jefe del socialismo madrileño, haya sido citado a declarar como testigo por el juez del Tribunal Supremo, que investiga la chapucera actuación del fiscal general del Estado, imputado por revelación de secretos en relación al novio de Ayuso. Yo he sostenido durante mucho tiempo que en política hay mucho indocumentado, bastante caradura y algún vago, pero que no abundaban los apalominados. Que todos, al margen de las siglas, son muy listillos y se las arreglan para medrar, aunque sea flotando en la basura. Pues, tras analizar las recientes cabriolas de Lobato y ver su comparecencia ante los periodistas este martes, voy a tener que cambiar mi tesis. El todavía hoy secretario general de los socialistas madrileños es tonto del haba. Y además un flojo. Lobato fue instado por Sánchez Acera, jefa de Gabinete de López, entonces jefe de Gabinete de Sánchez, a utilizar en un pleno en la Asamblea de Madrid el correo electrónico enviado por la defensa de la pareja de Ayuso. Email que por cierto había sido ilegalmente pasado a La Moncloa por el Fiscal General, para que el PSOE y los periodistas de la ‘Brunete Pedrete’ lo aireasen para desgastar a Ayuso. García Ortiz está imputado por filtrar dicho documento -algo que confirma la UCO de la Guardia Civil cuando subraya que el fiscal tuvo un ‘papel preeminente’ en la jugada- y este viernes, cuando Lobato declare en el juzgado y se vea obligado a presentar los WhatsApp que llevó al notario, para cubrirse de lo que le parecía una ilegalidad como la copa de un pino, quedará probado que La Moncloa...
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