En medio de estas maniobras, un nombre resuena: Carlos Alfonso Guillén, exbeisbolista y celebridad venezolana, cuya llegada a España se tornó en un rompecabezas diplomático. El telón se abre con las comunicaciones entre Koldo García, asesor del ministro José Luis Ábalos, y Víctor de Aldama, un intermediario cercano al círculo venezolano. En sus conversaciones, las estrategias de acceso para varias personalidades de Venezuela —empresarios y figuras destacadas— se perfilan entre tensiones, favores y documentos oficiales. “Espero que lo saquen por otra puerta”, dice Koldo, como quien dirige una operación clandestina. Aldama, por su parte, responde con dudas, consciente de los riesgos. Días antes, Aldama solicitaba a Koldo que gestionara el acceso de ciertos personajes venezolanos. Conversan sobre cartas de invitación firmadas por el Ministerio y selladas con la oficialidad que confiere el despacho de un ministro. Una de estas cartas, dirigida a Guillén, especificaba una reunión con el ministro Ábalos, un documento que debía asegurar el paso del deportista. “Antes de coger vuelo que lo enseñe”, instruye Koldo. Y aunque Aldama teme que esto no sea suficiente, Koldo se muestra confiado: “Estoy seguro de que le dejan venir”. Pero la tensión escala en la madrugada del 29 de marzo. Guillén ya estaba en el avión, en ruta hacia Madrid, acompañado de Aldama. Las comunicaciones entre ambos son frenéticas; cualquier error podría significar la deportación de Guillén y, para Koldo, el riesgo de perder su posición. “Espero que nadie saque el documento mío, porque si no me cesan”, advierte Koldo con una mezcla de humor y alarma. Las dudas de Aldama crecen al oír un mensaje del jefe de servicios de Air Europa, que le alerta de las dificultades para que el exbeisbolista entre a España sin una visa o permiso de trabajo. Koldo estalla al percatarse del malentendido: “¡Me cago...
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