El cortijo de Los Galindos fue escenario hace más de cuatro décadas, cuando el Generalísimo Franco ya muy enfermo todavía mandaba en España y esto parecía un balsa de aceite, de un quíntuple crimen que conmocionó al país. Los Galindos está situado a pocos kilómetros de Paradas (Sevilla) y sigue viviendo hoy, como entonces, del girasol y el trigo plantado en sus 400 hectáreas. La actividad agrícola ha continuado sin interrupción y tres familias de guardeses han trabajado allí con total normalidad después de lo sucedido un 22 de julio de 1975, cuando el capataz y su esposa, el tractorista y su mujer y un segundo tractorista fueron asesinados con tres armas distintas. Mediada la calurosa tarde de aquella jornada veraniega, los trabajadores vuelven de las faenas del campo al cortijo, enclavado a unos dos kilómetros de Paradas, pueblo sevillano de casi 8.000 habitantes a solo 53 de la capital. El Caso y el Crimen de los Galindos. Allí topan con un espectáculo espeluznante, en primer lugar aparece el cadáver de Juana Martín Macías, de 53 años, esposa del encargado del cortijo, después aparecen otros dos cadáveres, Ramón Parrilla González, de 40 años, y Asunción Peralta Montera, 34 años, esposa del tractorista de la finca, José González Jiménez. El cadáver de Manuel Zapata de 59 años, capataz de la finca, aparece tres días después. ¿Crimen pasional, fraude fiscal, tráfico de drogas, reuniones clandestinas de ultraderechistas en vísperas de la muerte de Franco? La burda ejecución de la investigación de los crímenes sumada a las deficientes diligencias en los primeros y decisivos momentos que le siguen hacen imposible su resolución convirtiéndolo en un crimen perfecto. Barajadas hipótesis tan peregrinas como el motivo pasional, las reyertas, el tráfico de drogas, e incluso de origen político militar, el sumario del caso es reabierto...
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