Está meridianamente claro en la Constitución Española. El Artículo 14 dice textualmente: “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Que Sánchez sea el amo el PSOE, viaje en Falcón pagado por el contribuyente o duerma en La Moncloa es irrelevante. Por tanto, la citación del juez Peinado al presidente del Gobierno Frankenstein, para interrogarle sobre los apaños de Begoña y Bárrales, es un acto de perfecta normalidad jurídica. Se ponga como se ponga el analfabeto Patxi López y por mucho que vociferen histéricos los periodistas de la ‘Brunete Pedrete’. El magistrado instructor está obligado a recabar los testimonios que considere oportuno, para determinar si unos hechos con apariencia delictiva se confirman penalmente o, por el contrario, se desechan y se archiva la causa. Como refleja masivamente la prensa internacional, el Begoñagate apesta a tinglado personal, disfrazado tras una ‘cátedra’ concedida a dedo por la Universidad Complutense, pese a carecer la mujer de Sánchez de mérito académico alguno. Con el agravante de que el negocio prosperó, hasta límites siderales, porque engordaba a la sombra del presidente del Gobierno y se remataba con la bendición del Consejo de Ministros. La ciencia explica lo que pasa con los zurdos 👇 pic.twitter.com/NRzyuqz8id — Los Meconios (@LosMeconios) July 23, 2024 Los ataques al juez revelan el nerviosismo de La Moncloa y del PSOE, un partido mutado en séquito personal de su jefe y de la parentela de este. Nerviosismo que lleva a los gerifaltes socialistas y a sus compinches a embarcarse en una espiral de declaraciones desaforadas, para tratar de intimidar al magistrado. Con los periodistas que no abrevarnos en el pesebre sanchista creo que han perdido ya la esperanza de callarnos y...
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