“Cuentan de un sabio que un día tan pobre y mísero estaba, que tan sólo se sustentaba con las hierbas que cogía. ¿Habrá otro, entre sí decía, más pobre y triste que yo?; y cuando el rostro volvió halló la respuesta, viendo que otro sabio que tras él venía, con sus manos recogía las hierbas que él despreció.” La clave de la felicidad consiste en sentirte dichoso con lo que tienes, y no amargarte inútilmente la existencia pensando en lo que aparentemente otros poseen; la mayoría de veces, pura mentira, ya que nadie hace gala ni presume, de sus oscuras miserias. Esta regla que a algunos les puede parecer hecha por un ´bobo conformista´, nace de la experiencia personal; una experiencia que me ha demostrado que las cosas buenas llegan a tu vida, como por arte de magia, el día que dejas de perseguirlas. Es entonces cuando descubres que los auténticos ´tesoros´ siempre han estado ahí, al alcance de tu mano, delante de tus narices, aunque la venda del materialismo te ha impedido verlos y valorarlos. El problema que ha habido siempre, y seguirá habiendo, es que la mayoría no busca la felicidad en sí misma, sino el tener y poseer personas y cosas…, y claro, así les va. O peor aún, en desear que nadie tenga lo que tú no tienes, sin pararte un momento a mirar lo que tú tienes y no tienen demás. En cuanto a la imagen de hoy, tan solo aclarar que como cristiano nunca me ha producido felicidad, la desgracia ajena. Nunca he deseado mal a nadie, pero sí Justicia.
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