La ciencia lo ha confirmado sin género alguno de duda: escogemos como animal de compañía al que más similitudes tiene con nosotros, tanto física como psicológicamente. Y esto es especialmente acusado, cuando la mascota es un perro. ¿Por qué elegimos a un gato, un perro, un pájaro o un cerdito? Según un estudio del psicólogo japonés Sahiko Nakajima, de la Universidad Kwansei Gakuin, se debe a que los seres humanos tienden a escoger cosas parecidas a sí mismos. No es el único que lo dice. Diez años atrás, el profesor de psicología Nicholas Christenfeld, de la Universidad de California, hizo un experimento: fotografió a varios perros y dueños por separado y les pidió a varias personas que no los conocían que los emparejaran. El resultado: dos de cada tres fueron relacionados correctamente. John Travolta y su perro. Otros estudios han dado resultados parecidos con características más repetidas que otras: por ejemplo, las mujeres de pelo largo suelen escoger, según los experimentos, a perros con orejas largas; en el caso de gatos, los eligen muy peludos. Pero en donde está más centrado el rango de similitud es en los ojos, particularmente su forma. Los psicólogos lo explican basados en el principio de la familiaridad: “Tendemos a elegir al animal cuyos rasgos faciales tienen más similitud con los nuestros, aunque no lo hagamos conscientemente”. Parecidos más que razonables entre el dueño y su perro. Pero el asunto va más allá de lo físico. Etólogos han encontrado que también interviene mucho el comportamiento del animal. “Un perro nervioso suele ser escogido por alguien igual; uno inquieto, por alguien muy activo; en el caso de los gatos, también aplica este principio”. En las tiendas de mascotas es usual ver a hombres y mujeres atléticos con golden retrievers, siberianos o pointiers (razas que son buenas...
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